Llega la época de frío y empiezan a ser frecuentes los síntomas nasales y la tos. Casi siempre se ha atribuido a catarros virales, o a gripe si se acompaña de dolor de cuerpo. Pero cada vez más los especialistas diagnostican más alergia en otoño/invierno.
¿Cómo saber si nuestros síntomas son alérgicos o infecciosos?
La alergia, es una respuesta inflamatoria exagerada del cuerpo frente a elementos que deberían ser tolerados. Es una característica de algunas personas que producen en exceso un anticuerpo llamado Inmunoglobulina E (IgE) capaz de reaccionar con sustancias del medio ambiente como pólenes, polvos, ácaros, hongos, cucarachas y algunos alimentos o medicamentos, denominados alérgenos, ocasionando una reacción alérgica.
Las reacciones alérgicas pueden producir entre otros cuadros:
- Rinitis alérgica: mala ventilación nasal, estornudos, comezón nasal, secreción nasal, comezón en los oídos y garganta.
- Conjuntivitis: ojos rojos, irritados, llorosos
- Asma: reacción alérgica a nivel bronquial que puede producir problemas de ventilación tales como dificultad respiratoria, tos, respiración sibilante
- Eccema y urticaria: se manifiestan en la piel a través de ronchas, inflamación y picazón.
- Gastroenteritis alérgica.
- Anafilaxia: es una alergia más generalizada y severa
¿Cuáles pueden ser las causas?
- Alergia al polen y a los ácaros:
No cabe duda de que el cambio climático ha alterado los patrones temporales de sensibilización a alérgenos. En cuanto al polen, hay especies que polinizan en otoño e invierno, entre ellas diferentes malezas, causando síntomas respiratorios que se confunden con cuadros gripales.
Respecto a los alérgenos de interior (ácaros y epitelios de animales), es lógico que al pasar más tiempo en el interior de las casas por el frío reinante, la exposición y los síntomas aumenten.
Para el tratamiento de la rinitis y asma por ácaros afortunadamente existe inmunoterapia específica (o vacunas contra alérgenos) muy eficaces.
- Tampoco hay que dejar de lado la alergia al frío.
La urticaria por frío idiopática (o de causa desconocida) es la forma más frecuente, aparece en jóvenes, y dura de 4 a 9 años. El estímulo que la desencadena puede ser manipular objetos fríos, las bajas temperaturas o exponerse a un viento gélido.
- Alergias a los menús especiales de temporada
En la alergia a alimentos también podemos identificar un patrón estacional. Nuestro organismo nos pide comer alimentos de alto valor energético. Entre esos alimentos que aumentan nuestras reservas de energía destacan los frutos secos, que son potentes alérgenos.
Otro ejemplo son los suplementos a base de semillas de diversas plantas como la chia, las bayas de goji, o las semillas de sésamo y lino que son fuente importante de fibras, pero también de alérgenos. Entre ellos las LTPs (proteínas transportadoras de lípidos), antifúngicos naturales que causan anafilaxias.
¿Y cómo no confundir la alergia con la COVID-19?
Algunos síntomas de las alergias de otoño imitan a los del COVID-19, por lo que las personas que sufren alergias estacionales deben seguir sus planes de tratamiento y tomar precauciones para evitar confusiones. Frecuentemente, cuando las personas se sienten bien, se vuelven más laxas a la hora de seguir sus planes de tratamiento.
Los síntomas de las alergias de otoño pueden incluir picazón en los ojos, picazón en la nariz, estornudos, secreción nasal, congestión nasal, dolores de cabeza, picazón o estallidos en los oídos, goteo posnasal e irritación de la garganta, y en general no producen fiebre, por lo que, frente a la suma de varios síntomas, es importante no dar por sentado que se trata de alergia, sino consultar con el médico para ver la posibilidad de realizarse un hisopado para descartar COVID19.
Una buena noticia para los alérgicos es que el uso de mascarillas para minimizar el contagio de la COVID-19 les puede ayudar con su enfermedad. Un estudio realizado por el Comité de Expertos de la SEAIC en el que se analizó el poder filtrante de las mascarillas de protección ante la exposición al polen y los ácaros del polvo concluyó que el uso de mascarillas homologadas -que reducen hasta un 80% las partículas de pólenes y polvo en el aire inhalado- es una herramienta eficaz para reducir los síntomas alérgicos de los pacientes.
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